Como el «grooming» una práctica extendida en internet cuyo objetivo es obtener imágenes o vídeos de niños desnudos o en actitudes sexuales para uso propio o incluso para venta. Las consecuencias negativas para el menor son evidentes, estrés, vergüenza, sentimiento de culpa, ansiedad, depresión y por supuesto miedo, pueden aparecer en las víctimas de grooming, cuya edad además los convierte en víctimas muy vulnerables.
¿Qué podemos hacer contra el grooming?
Mantener las computadoras de los menores en zonas comunes de la casa, en lugar de permitir que se encierren con ellas en su habitación, o introducir software de protección de menores son medidas que pueden servir mientras el niño es pequeño, pero que se quedan cortas cuando llega a la adolescencia. Supervisar y restringir el uso de los teléfonos celulares en los adolescentes.
Derecho a la intimidad del menor, la educación para el uso de redes es fundamental para prevenir este tipo de situaciones.
Hablar con los hijos abiertamente suele dar mejores resultados que prohibir de forma directa, los niños, como personas que viven en sociedad, no pueden estar alejados de las tecnologías indefinidamente, pero nosotros, los padres, sí podemos explicar de forma explícita qué puede pasar en las redes, con ejemplos claros y sencillos.
Representar con el menor situaciones hipotéticas como «¿qué harías si alguien por skype te preguntara tu nombre o te pidiera una foto?», ponerlos en situación, practicar juegos de rol en el que se presente al menor este tipo de situaciones, recordarles que subir fotos en los que se vea su cara o algún elemento que pueda identificarles claramente es peligroso e insistir en que no se habla con desconocidos, son algunas de las cosas que podemos hacer para minimizar el riesgo.
Construir una relación de confianza con los hijos. No hay que olvidar que todos estos delitos se basan en muchos casos en una manipulación a través de emociones como la culpa y la vergüenza. Recordar a nuestros hijos constantemente que pueden confiar en nosotros, que vamos a estar ahí para apoyarles en todos sus problemas y que pueden contar con nuestra ayuda siempre disminuye la capacidad de estos acosadores de utilizar coacciones y chantajes.
Si detectamos que nuestro hijo o hija cambia de humor o de ánimo, que parece estresado o asustado, reforzar la comunicación con él es una importante herramienta. Los menores no suelen presentar recursos emocionales para enfrentarse a este tipo de actos y por tanto somos los adultos los que tenemos que hacernos cargo, pero para eso, el niño tiene que ser capaz de confiar en nosotros y contárnoslo.
Somos Paulino y Ana Ruisanchez directores de Universidad de Vida, te mandamos un saludo afectuoso y te invitamos a lo siguiente:
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