Las novelas mexicanas, los doramas coreanos, las películas hollywoodenses nos han enseñado que el amor es sufrido, que debemos aprender el arte del llanto, del dramatismo intenso, soportarlo todo por alcanzar el famoso final de “y vivieron felices para siempre”, pero con sus secuelas de más sufrimiento. ¿En verdad el amor va de la mano con el sufrimiento?
Analicemos sus características éticas:
El amor es SUFRIDO, benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, no se goza de la verdad. TODO LO SUFRE, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, nunca deja de ser.
Ciertamente el amor es sufrido pero bajo este contexto, es el dolor de una persona producido al someterse por voluntad propia al proceso de perfeccionamiento para sí misma, al requerir disciplina, cambios, modificaciones de costumbres, hábitos, formas de pensar y compartimientos.
Por ejemplo amar verdaderamente tu cuerpo implica experimentar sufrimiento al entrar voluntariamente al proceso ejercitarse a través de diversas rutinas, de cambiar hábitos alimenticios, pero a largo plazo la satisfacción de los beneficios será mucho mayor aunque el sufrimiento continúe y sea permanente hasta registrarse en la mente como un dolor motívate benigno y placentero. Pues lo mismo sucede si se desea tener relaciones interpersonales sanas.
Somos Paulino y Ana Ruisanchez directores de Universidad de Vida, te mandamos un saludo afectuoso y te invitamos a lo siguiente:
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